viernes, 9 de mayo de 2008

El tiempo parece haberse parado. No, es Noruega.



En ocasiones la observación de paisajes reporta a las personas una sensación de paz, calma y sosiego. Sobretodo con el ritmo de vida que llevamos a cabo en las grandes ciudades.

Fotografías como esta, del fotógrafo polaco Maciej Duczynski, te tele transportan a otra realidad en la que piensas que no puede haber nada que perturbe la tranquilidad aparente. En ocasiones, las grandes revistas de viajes pueden facilitar este teletransporte.

La fotografía parece remitirnos a un mundo inhabitado en el que la acción humana no ha intervenido todavía. La única pista de habitabilidad nos la aporta la barca de madera situada en el extremo inferior que sin percibirlo dirige nuestra mirada hacia las verdes montañas. Verdes montañas que se desdoblan en el reflejo de las apacibles aguas opacas a causa de este mismo reflejo. Existe una separación visual en la imagen. Una separación en el paisaje de dos mundos. El mundo real y el reflejado, que nos sumerge en uno mágico. Este mundo mágico se ve reforzado por la apariencia de las nubes, dispersas y divagantes en el espacio abierto.
Noruega es un lugar en el que reina la naturaleza y ofrece al visitante la oportunidad de admirar parajes como este.

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